La juventud es la edad que media entre la niñes y la adultes. Es edad de transición y de cambios importantes, es la etapa en la cual desarrollamos nuestra identidad. Pero ¿podemos entonces determinar que somos todos los jóvenes iguales? Nosotras queremos descubrir qué tan diferentes somos de la juventud de los ochenta, y si es posible catalogarnos a todos como los mismo jóvenes. Los elementos que utilizaremos para dilucidar esta incógnita corresponden a aquellos componentes más característicos de los jóvenes de una época.
En Chile, la juventud ochentera se caracteriza por seguir una moda rescatada de los grupos musicales famosos y las tendencias presentes en los medios de comunicación de masas. En general, es esta década, la moda era generalizada y las variaciones de ella eran menores a las existentes hoy, por lo que las dos tendencias principales están divididas por las clases sociales reinantes, de este modo, la juventud acomodada se encuentra más ligada a lo latente en Estados Unidos, y la clase media, a la moda general de Latinoamérica. Es cierto que más de alguna vez hemos escuchado comentar a nuestros padres acerca de la moda de su juventud e incluso reír por la manera en que se vestían, y es cierto, hoy a nosotros e incluso a nuestros padres, logra causarnos algo de risa el extravagante estilo de los ochenta, en donde los pantalones amasados o los pantalones con agregados de género en los costados, la chaqueta de mezclilla arremangada a medio brazo y el infaltable peinado que en el caso de los hombres intentaba imitar algo así como el estilo de Gustavo Cerati y para las mujeres la típica chasquilla, que hoy podríamos utilizar para un disfraz, esa chasquilla “parada” en la que la laca juega un rol importante, esa moda tan extraña, la de los peinados a la “altura”- literalmente-, envuelve a aquella juventud que nos parece tan lejana. Puede parecernos raro el rol, que en esos tiempos, cumplía la mujer, ya que se dedicaba a cuidar a sus hijos y era el hombre quien daba el sustento a la familia, tal vez por eso es que la comunicación reinaba, en parte, en los hogares, aunque el trato padre-hijo no se asemeja al de hoy, ese respeto mutuo de antaño nos puede parecer casi aterrador.
Hoy, sin embargo, nos caracterizamos porque utilizamos una vestimenta diversa y creativa. En nuestros tiempos existen muchas fracciones juveniles, como lo son los pokemones, otakus, visual, emos, entre otros, y cada una de estas "tribus urbanas" contienen elementos propios. Sin embargo la mayoría nos vestimos con peinados llamativos por sus colores y diversos cortes, que por lo general son "macheteados", lo que significa que nosotros mismos lo cortamos. Las vestimentas salen de lo común, en el caso de las tribus urbanas, pero quienes no pertenecemos a estas, continuamos con una forma de vestir algo similar, últimamente los "pitillos" o pantalones entubados son la cara visible de toda la juventud, acompañados de zapatillas de skater, tanto en mujeres como en hombres, también es parte de la moda llevar poleras coloridas. La diversidad musical es amplia, pero el gusto por el reggeaton crece cada día mas, y la cumbia, popular por interpretes chilenos como Américo y La noche, comienzan a apoderarse de los rankings musicales. Estas características se ven influenciadas por la relación que existe entre padres e hijos, dado que la comunicación se ha perdido y cada día es mas difícil encontrar familias que se reúnan a conversar e incluso almorzar juntos, los padres trabajan cada día más y los chicos se encuentran cada vez más solos, es tal vez por esto que buscamos una forma de ser aceptados, reconocidos e importantes para la sociedad.
Si comenzamos un análisis e intentamos ver las diferencias entre estas dos juventudes, no resulta un trabajo extenuante pues se encuentran a la vista. La principal y más evidente resulta ser la moda, podríamos verlo como lo "superficial", la cara visible de la juventud, todo lo ochentero, referente a este ámbito, nos parece extraño pues no logramos hacerlo propio. La visión que tenemos de esa época es que Chile se encuentra sumido en un tiempo algo "oscuro", en donde las libertades claramente son limitadas, ésto influye plenamente en el desarrollo de las personalidades dentro del núcleo familiar y su expresión nos es ajena, como antes mencionábamos, la autoridad del padre respecto al resto de la familia es imponente, hoy en cambio podemos ver que, en la mayoría de las familias, el trato resulta más "amable" . La fragmentación de las identidades juveniles es un tema que se presenta hoy, pero no en los ochenta, si bien no podemos hablar de una completa diversidad, ya que siempre se imponen modas y estereotipos que la mayoría sigue, hoy es posible ver que ya no es una sola moda, sino que son diversas, y la manera en que se dan a conocer proyecta una juventud más modernista, el avance de la tecnología ha permitido la divulgación de las "tribus urbanas" y ha logrado la expansión de estas que en comparación con los ochenta habría resultado imposible, primero, lograr la divulgación de los grupos que surgían, y segundo, el acceso a los medios para saber que existen.
A pesar de parecer tan distintos a los jóvenes ochenteros existe algo que nos une fuertemente y es la esencia de ser joven, el espíritu que se gana al salir de la niñez y va desapareciendo a medida que aparecen las responsabilidades vitales. Se ha cuestionado desde la antigüedad a la juventud, y aunque no lo crean, incluso en Grecia los filósofos como Hipócrates y Sócrates ya expresaban lo que puedes escuchar tú hoy si te gana la "flojera", o si deseas salir a "carretear" con tus amigos, o si llegaste tarde porque realmente se te paso la hora o simplemente no deseabas llegar a tu casa y escuchar a tu viejo decir todos los días lo mismo... "Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros". Algo parecido tal vez es lo que te resuena en la cabeza pero estas palabras son de Sócrates hace siglos atrás. Este elemento no se pierde en el tiempo pues los jóvenes de hoy son los mismos a los de ayer si en cuanto a naturaleza hablamos, porque el ser joven implica un grado de irresponsabilidad, porque es la etapa en la que descubres un mundo impresionante, en que temes envejecer y decides disfrutar antes que sea tarde, en que comienzan a pololear, a besar, a "amar", pero de igual modo comienza el proceso de desear y creer, sentir que podemos cambiar el mundo y que debemos hacerlo, un llamado interno nos guia en busca de algo mejor, y esto nos pasa a nosotros, pero también a los jóvenes de los ochenta, ambos hemos coincidido en ideales y pretensiones, en verdaderas "revoluciones".
Einstein dijo una vez "juventud ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?". La vigencia del elemento natural de los jóvenes no se puede perder, pues es algo propio de nosotros, y los adultos que fueron jóvenes tuvieron en su interior nuestra energía y vitalidad. De este modo afirmamos fervientemente, con nuestra convicción y pasión juvenil, que no somos tan diferentes a los jóvenes ochenteros y que ambas generaciones poseemos un elemento identitario común, y si nos equivocamos, el tiempo nos lo dirá, nuestra adultez, pues no tarda en llegar.
Javiera Morales Alarcón.
Me gusto la descripción de nuestra juventud, me siento identificada con esas tribus, no por pertencer a ellas, sino por conocerlas o haberlas visto en algunos jovenes en las calles.
ResponderEliminarTambién me identifica la ropa y estoy de acuerdo con la gama musical que esta inmersa en la juventud chilena.
Lo de la soledad también la comparto a muchos les afecta.